Explorar La Fortuna es como adentrarse en un documental de vida silvestre… pero en vivo y en directo. En cada sendero, entre árboles, ríos y campos volcánicos, se esconde un mundo lleno de color, sonido y movimiento.
Uno de los espectáculos más emocionantes es el vuelo del tucán entre las ramas. Su pico multicolor y su vuelo pausado te roban la atención al instante. Más abajo, en la densa vegetación, puedes sorprenderte con perezosos colgando de las ramas, moviéndose lentamente mientras el bosque respira a su ritmo.
Al caer la noche, el espectáculo cambia: las estrellas se encienden y con ellas aparecen las pequeñas ranas blue jean y las icónicas ranas de ojos rojos, brillando como joyas entre las hojas húmedas. Las caminatas nocturnas te conectan con un mundo que pocos se atreven a ver, donde cada hoja parece esconder una criatura fascinante.
En las alturas de los árboles, los monos aulladores y capuchinos se comunican entre ellos con gritos intensos o travesuras silenciosas. A veces, se puede ver a los pizotes caminando en fila por los bordes del bosque o cruzando senderos como si fueran dueños del lugar.
Y para los más atentos, hay aves únicas como colibríes, oropéndolas, garzas, y hasta búhos si sabes buscar bien.
La Fortuna no es solo un destino de volcanes y termales. Es un ecosistema vivo, en constante movimiento, donde la naturaleza se presenta sin filtros.
Visitar este lugar es una oportunidad para reconectarte con la Tierra… y con sus criaturas más impresionantes.